martes, 13 de abril de 2010

Yo no era más que aquello que tú...

A.M.B.

Yo no era más que aquello que tú
con la mano acariciabas,
allí donde en noche de pavor,
cerrada, la frente reclinabas.

Yo no era más que aquello que tú
distinguías allá, abajo:
primero, solamente imagen vaga,
mucho después, también los rasgos.

Tú fuiste quien, ardiendo,
creaste en un susurro
las conchas de mi oído,
el diestro y el siniestro.

Tú quien, meciendo la cortina
en el mojado cuenco de la boca,
me plantaste la voz
que te llamaba a gritos.

Yo estaba ciego, simplemente.
Y tú, escondida, brotando,
me obsequiabas el don de ver.
Así es como se deja rastro.

Así es como se engendran mundos.
Así, a menudo, tras crearlos,
los dejan dando vueltas
los dones dilapidando.
Así, ora al fuego lanzado,
ora al frío, ya a la luz, ya a lo oscuro,
perdido en la creación del mundo,
el globo va girando.

Iosif Brodsky

1981

De "No vendrá el diluvio tras nosotros" (Antología 1960-1996)
Versión de Ricardo San Vicente

miércoles, 31 de marzo de 2010

Canción de amor

Si te estuvieras ahogando, acudiría a salvarte,
a taparte con mi manta y a ofrecerte té caliente.
Si yo fuera comisario, te arrestaría y te
encerraría en una celda con la llave echada.
Si fueras un pájaro, grabaría un disco
y escucharía toda la noche tu trino agudo.
Si yo fuera sargento, tú serías mi recluta
y, chico, te aseguro que te encantaría la instrucción.
Si fueras china, aprendería tu idioma, quemaría
mucho incienso, llevaría tu ropa rara.
Si fueras un espejo, asaltaría el baño de las señoras,
te daría mi lápiz rojo de labios y te soplaría la nariz.
Si te gustaran los volcanes, yo sería lava
en constante erupción desde mi oculto origen.
Y si fueras mi esposa, yo sería tu amante,
porque la Iglesia está firmemente en contra del divorcio.

Iosif Brodsky
Versión de Alejandro Valero

Se ha ido. Ya no como:

Se ha ido. Ya no como:
quedó sin gusto el pan.
Se ha ido - todo es tiza
si lo llego a tocar.

...Para mí, era el pan,
era la nieve;
ya la nieve no es blanca,
el pan no sabe a nada.

Marina Tsvetáieva
Versión de Severo Sarduy

martes, 30 de marzo de 2010

Carta de amor

No es fácil expresar lo que has cambiado.
Si ahora estoy viva entonces muerta he estado,
aunque, como una piedra, sin saberlo,
quieta en mi sitio, mi hábito siguiendo.
No me moviste un ápice, tampoco
me dejaste hacia el cielo alzar los ojos
en paz, sin esperanza, por supuesto,
de asir los astros o el azul con ellos.

No fue eso. Dormí: una serpiente
como una roca entre las rocas hiende
el intervalo del invierno blanco,
cual mis vecinos, nunca disfrutando
del millón de mejillas cinceladas
que a cada instante para fundir se alzan
las mías de basalto. Como ángeles
que lloran por la gente tonta hacen
lágrimas que se congelan. Los muertos
tenían yelmos helados. No les creo.

Me dormí como un dedo curvo yace.
Lo primero que vi fue puro aire
y gotas que se alzaban de un rocío
límpidas como espíritus. y miro
densas y mudas piedras en tomo a mí,
sin comprender. Reluzco y me deshojo
como mica que a sí misma se escancie,
igual que un líquido entre patas de ave,
entre tallos de planta. Mas no pienses
que me engañaste, eras transparente.

Árbol y piedra nítidos, sin sombras.
Mi dedo, cual cristal de luz sonora.
Yo florecía como rama en marzo:
una pierna y un brazo y otro brazo.
De piedra a nube iba yo ascendiendo.
A una especie de dios ya me asemejo,
hiende el aire la veste de mi alma
cual pura hoja de hielo. Es una dádiva.

Sylvia Plath De "Cruzando el océano" 1971

Versiones de Jesús Pardo

Hay en la intimidad un límite sagrado

Hay en la intimidad un límite sagrado
Que trasponer no puede aun la pasión más loca
Siquiera si el amor el corazón desgarra
Y en medio del silencio se funden nuestras bocas.

La amistad nada puede, nada pueden los años
De vuelos elevados, de llameante dicha,
Cuando es el alma libre y no la vence
La dulce languidez del goce y la lascivia.

Pretenden alcanzarlo mentes enajenadas,
Y a quienes lo trasponen los colma la tristeza.
¿Comprendes tú ahora por qué mi corazón
No late a ritmo debajo de tu diestra?

Anna Ajmátova

Versión de María Teresa León

Estamos tan intoxicados uno del otro

Estamos tan intoxicados uno del otro
Que de improviso podríamos naufragar,
Este paraíso incomparable
Podría convertirse en terrible afección.
Todo se ha aproximado al crimen
Dios nos ha de perdonar
A pesar de la paciencia infinita
Los caminos prohibidos se han cruzado.
Llevamos el paraíso como una cadena bendita
Miramos en él, como en un aljibe insondable,
Más profundo que los libros admirables
Que surgen de pronto y lo contienen todo.
Anna Ajmátova
Versión de Jorge Bustamante García

J'ai tant rêvé de toi

J'ai tant rêvé de toi que tu perds ta réalité.
Est-il encore temps d'atteindre ce corps vivant
Et de baiser sur cette bouche la naissance
De la voix qui m'est chère?

J'ai tant rêvé de toi que mes bras habitués
En étreignant ton ombre
A se croiser sur ma poitrine ne se plieraient pas
Au contour de ton corps, peut-être.
Et que, devant l'apparence réelle de ce qui me hante
Et me gouverne depuis des jours et des années,
Je deviendrais une ombre sans doute.
O balances sentimentales.

J'ai tant rêvé de toi qu'il n'est plus temps
Sans doute que je m'éveille.
Je dors debout, le corps exposé
A toutes les apparences de la vie
Et de l'amour et toi, la seule
qui compte aujourd'hui pour moi,
Je pourrais moins toucher ton front
Et tes lèvres que les premières lèvres
et le premier front venu.

J'ai tant rêvé de toi, tant marché, parlé,
Couché avec ton fantôme
Qu'il ne me reste plus peut-être,
Et pourtant, qu'a être fantôme
Parmi les fantômes et plus ombre
Cent fois que l'ombre qui se promène
Et se promènera allègrement
Sur le cadran solaire de ta vie.


Robert Desnos, "Corps et biens".

J’ai voulu ce matin te rapporter des roses

J’ai voulu ce matin te rapporter des roses
Mais j’en avais tant pris dans mes ceintures closes
Que les nœuds trop serrés n’ont pu les contenir
Les nœuds ont éclaté. Les roses, envolés,
Dans le vent à la mer se son toutes allées.
Elles ont suivi l’eau pour ne plus revenir
La vague en paru rouge et comme enflammée
Ce soir, ma robe encore en est toute embaumée.
Respires en sur moi l’odorant souvenir.

Et la mer et l’amour ont l’amer pour partage
Et la mer est amère et l’amour est amer
L’on s’abîme en la amour aussi bien qu’en la mer
Car tous deux

Marceline Desbordes-Valmore

So many lives


Sometimes I get radiant drunk when I think of and/or look at you,
Upstaged by your life, with me in it.
And other mornings too
Your care is like a city, with the uncomfortable parts
Evasive, and difficult to connect with the plan
That was, and the green diagonals of the rain kind of
Fudging to rapidly involve everything that stood out,
And so in an illegal way, but it doesn’t matter,
It’s rapture that counts, and what little
There is of it is seldom aboveboard,
That’s its nature
That we take our cue from.
It masquerades a as worry, first, then as self-possession
In which I am numb, imagining I am this vision
Of ships stuck on the tarpaper of an urban main,
At night, coal stars glinting,
And you the ruby lights hung far above on pylons,
Seeming to own the night and the nearer reaches
Of a civilization we feel as ours,
The lining of our old doing.

I can walk away from you
Because I know I can always call, and in the end we will
Be irresolutely joined,
Laughing out of this alphabet of connivance
That never goes on too long, because outside
My city there is wind, and burning straws and other things that don’t coincidence,
To which we’ll be condemned, perhaps, some day.
Now our peace is in our assurance
And has that savor,
Its own blind deduction
Of whatever would become of us if
We were alone, to nurture in this shore some fable
To block out that other whose remote being
Becomes every day a little more sentient and more suavely realized.
I’ll believe it when the police pay you off.
In the meantime there are so many things not to believe in
We can make a hobby of them, as long as we continue to uphold
The principle of private property.
So, what if ours is planted with tin-can trees
It’s better than a forest full of parked cars whit the lights out,
Because the effort of staying back to side with someone
For whom number is everything
Will finally unplug the dark
And the black acacias stand out as symbols, lovers
Of what men will at last stop doing to each other
When we can be quiet, and start counting sheep to stay awake together.

John Ashbery